Fragmento de "El Jilguero" de Donna Tartt

" Son previo aviso, mi padre salió disparado y me dio una bofetada con tanta fuerza que durante un segundo no supe qué había pasado. Luego, casi antes de que pudiera parpadear me golpeó de nuevo, esta vez con el puño, con un plaf de dibujos animados que sonó como el flash de una cámara de fotos. Mientras me tambaleaba -las piernos no me sostenían, todo estaba blanco-, me agarró por el cuello y, con un brusco impulso hacia arriba, me obligó a ponerme de puntillas.

- Escúchame bien. -Me gritaba en la cara, con la nariz a dos pulgadas de la mía, pero Popper saltaba y ladraba como loco, y el pitido que yo oía en los oídos había alcanzado un tono tan alto que era como si sus gritos llegaran a través de la estática de la radio-. Vas a llamar a este tipo...-agitando el papel en mi cara- y a decirle lo que yo te diga, joder. No me lo pongas más difícil porque voy a obligarte a hacerlo, Theo, no te miento, te romperé el brazo, te daré una paliza de órdago si no haces esta llamada ahora mismo. ¿Entendido? -repitió, en el aturdido silencio que zumbaba en mi oído. Noté su agrio aliento a tabaco en mi cara. Me soltó el cuello; retrocedió-. Ya me has oído. Di algo.

Me protegí la cara con el brazo, Me caía una lágrima por la mejilla aunque era algo automático, como agua del grifo, no la acompañaba ninguna emoción.

Mi padre cerró los ojos con fuerza; meneó la cabeza.
-Mira, lo siento -dijo con una voz áspera, todavía jadeando. Sin embargo, desde un claro rincón de mi mento vi que no lo sentía; más bien parecía que quería seguir pegándome-. Pero te juro, Theo, y créemos lo que te digo, que tienes que hacer esto por mi.

Mi padre, con as manos en las caderas, alzó los ojos al techo.
-Oh, vamos -dijo-. Ya basta.

No dije una palabra. Nos quedamos otros dos minutos larguísimos mirándonos. Popper ya no ladraba y nos observaba de forma aprensiva, como si intertara averiguar qué estaba pasando.

-Es solo...Buen, ya sabes, -De pronto volvía a mostrarse razonable-. Lo siento, Theo. Te juro que lo siento, pero estoy en un verdadero aprieto, necesitamos ese dinero ahora mismo, de verdad.

- Quién es ese tipo? -le pregunté, sin mirarlo a él sino a la pared situada detrás de su cabeza, con una voz que por alguna razón me salió con un sonido abrasado y extraño.

-El abogado de tu madre. ¿Cuántas veces tengo que decírtelo? -Se masajeaba los nudillos como si le dolieran después de haberme golpeado- . Mira, Theo, el caso es que...-Otro suspiro-. Lo siento, pero te juro que no estaría tan perturbado si no fuera de verdad importante. Porque lo estoy, estoy con el agua al cuello. Esto solo es algo temporal, entiéndelo..., hasta que arranque  el negocio. Porque todo podría derrumbarse -chasqueó los dedos-, así de fácil, a menos que empiece  a quitarme de encima a algunos de estos acreedores. Y el resto...lo utilizaré para mandarte a un colegio mejor. Un privado quizá. Te gustaría ¿verdad?"
 

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